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Coco Chanel, el diseño de moda
23 de marzo de 2017
@Kroom2
Durante unos días hablaremos de Coco Chanel en profundidad para entender al personaje en toda su dimensión, y de cómo su vida y su manera de ser influyó en su obra.
Esta aportación al blog es gracias a Natali K., ex-alumna de la escuela y magnífica fotógrafa. Al final del post os dejamos sus datos de contacto.
Para hablar de los antepasados de Gabrielle Chanel, nos tenemos que remontar doscientos años atrás, y viajar a Ponteils, Cevenas.
Allí vivió su bisabuelo, Joseph Chanel, tabernero, nacido en 1792.
Cuando cumplió los 40, una familia, Boschet, le encargó fabricar muebles
para amueblar su nueva casa. En esa época todos los fabricantes marcaban sus elaboraciones con su nombre, en este caso puso una doble inicial, dos grandes “C” que formarían un círculo alrededor de un crisma. Dos siglos después vemos otra vez esas dos “C” en una marca conocida mundialmente.
Ponteils atravesó una mala época, debido a una enfermedad que afectó a los castaños, la fuente principal de ingresos del pueblo. Joseph también fue arrastrado por la crisis, y toda su familia se marchó. Es así como comienza la “tradición” de ser feriantes.
El padre de Gabrielle, Albert, siguió esta tradición, aunque llevó su espíritu comercial más lejos que su padre, viajaba mucho, siguiendo las fiestas de cada pueblo. En uno de ellos, Courpière, conoció a Jeanne Devolle. Al marcharse en enero de 1882 la dejó embarazada de Julia, hermana mayor de Gabrielle, que nació el 11 de septiembre.
La familia de Jeanne los reunió y se marcharon a vivir juntos a Saumur, aunque Albert siempre se ausentaba para trabajar. Tras el nacimiento de Gabrielle, en 19 de agosto de 1883, por fin se casaron. Al mismo tiempo, Adrien Chanel, padre de Albert anunciaba el nacimiento de una hija, Adrienne, la que sería en el futuro, la mejor amiga de Gabrielle.
También tuvo otros tres hermanos, Alphonse, nacido el 15 de marzo de 1885, Antoinette, 1887 y Lucien, 1889.
Hasta sus últimos días Jeanne Devolle siguió a Albert, mientras sus hijos se quedaron con sus tíos, en Courpière. El 16 de febrero de 1895 tras varios días de fiebre hallaron muerta a Jeanne.
Albert, que no quería hacerse cargo de sus hijos, dejó a las chicas en el convento Obazine, de la congregación del Santo Corazón de María.
Gabrielle vivió allí casi 7 años, donde aprendió el valor de la extrema limpieza, la claridad, normas, austeridad y comodidad. Debemos tener en cuenta el aspecto del lugar donde vivía, sin adornos, solo pureza, solo piedra desnuda.
Los niños en cambio, corrieron una suerte aun peor, fueron niños de hospicio. Lo que ocurría a menudo, como nadie en la familia podía o deseaba hacerse cargo de ellos, los colocaban en familias campesinas. Esto se debía a que la otra familia necesitaba el dinero que ofrecía el estado por ellos, por lo que les suponía un mayor ingreso, otro par de manos para trabajar, sin tener otra boca que alimentar, puesto que no había un control sobre que se les diera de comer o que durmieran dentro de la casa. Muchos morían.
No dejaban quedarse a las chicas en Obazine tras cumplir los 18, a menos que aspiraran al noviciado. Gabrielle, junto a sus hermanas fue enviada al pensionado Notre Dame de Moulins, que se encontraba a 20km de Varennes. Allí ya se encontraba desde hacía varios años Adrienne. En ese colegio estudiaban las hijas de las mejores familias de Moulins. A la vez, era un internado para chicas necesitadas. Siempre separadas las unas de las otras.
En Varennes vivía Louise Chanel (tía Julia), hermana de Albert. Adrienne y Gabrielle, que eran unas costureras muy hábiles, gracias a su educación en el monasterio, aprendieron justo a su tía el valor de la fantasía, que no conocían hasta el momento. Louise le daba a cada prenda su toque único. Y los sombreros, eran lo más espectacular de su armario.
Al cumplir los 20 Gabrielle y Adrienne empezaron a trabajar en una tienda, Sainte-Marie, en la rue de l’Horloge. Se instalaron en la casa de sus patrones, en el mismo cuarto. Julia, mientras, ya había abandonado el convento y ayudaba a sus abuelos en los mercados.
Sin embargo, Gabrielle seguía cantando con el coro del instituto Notre Dame.
En esta época estaba en Moulins un regimiento, el Décimo de Cazadores Montados. Entraban en las casas de confección para los arreglos de última hora. De esta forma se fijaron en las chicas y las invitaron a verse otro día.
Gabrielle conoció el mundo de los cafetines, que le abrieron otro modo de escape. La contrataron junto a Adrienne para cantar en la Rotonde. ¿Cantaban juntas la canción “Qui qu’a vu Coco dans l’Trocadero?” Que le dio el nombre de Coco a Gabrielle.
Es en este cafetín donde conoce a Étienne Balsan. Un oficial de caballería. Le gustaban los caballos, las mujeres y los vinos. Se escaqueó del servicio militar logrando que lo trasladen a Moulins para un estudio de lenguas orientales.
Él lleva a las dos chicas Chanel a Vichy con nuevos vestidos. Esa ciudad ofrecía un lujo que ellas aún no habían conocido.
“¿Qué encontró Gabrielle en Vichy? La larga fila de calesas con graciosas capotas, sus caballos con orejeras forradas de blanco, el impresionante decorado de las cantinas de la ciudad con sus herrajes al más puro estilo déco …”
Esta ciudad está construida en las orillas del río Allier. Es conocida desde la Antigüedad por sus manantiales y actualmente también por sus centros termales. Se resume en lujo y turismo. Las dos chicas buscaron audiciones allí, aunque Adrienne se rindió pronto y volvió a Moulins. Gabrielle siguió intentándolo, se pagó los ensayos cosiendo por las noches.
En esta época las cantantes llevaban lentejuelas, primero rojas, después malvas. Una chica tuvo éxito con lentejuelas negras. Coco la imitó y alquiló un vestido de lentejuelas nagras.
Al poco tiempo estuvo cosiendo otra vez, también trabajó como dispensadora de agua en la Grande Grille… No le sirvió para seguir cantando…
Se volvió a encontrar con Adrienne. Ella ahora vivía en los alrededores de Souvigne, en casa de Maud Mazuel. Ella era soltera, con afán por triunfar. Vivía de ser una “celestina”. Gabrielle vivió con ella un tiempo.
Adrienne obtuvo un pretendiente, el conde de Beynac. Era un hombre original, algo extravagante, le gustaba la cacería a caballo. Sin embargo, la propuesta de matrimonio no fue posible debido al rechazo de sus padres hacia una mujer “plebeya”. Conociendo la situación, los amantes decidieron viajar a Egipto junto a Maud.
En ese momento, en diciembre de 1904, Balsan compra una propiedad en Royallieu, cerca de Compiègne. Era lo opuesto a lo que cualquier hombre de la buena sociedad de la época haría, puesto que, para ellos, mudarse consistía en alquilar un apartamento en París. Los castillos no se compraban, eran heredados, no se restauraban, se dejaban tal y como estaban. Él, en cambio quería tener un lugar para sus caballos. Gabrielle lo siguió, por la admiración que sentía hacia los jockeys.
Étienne ignoraba París y todo lo que suponía. Para estar en Royallieu, bastaba con ser alegre y montar a caballo. Era un lugar de fiesta constante. No se comparaba con París. (Continuará…)
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